Una custodia con historia


Una de las obras más sobresalientes de la colección de platería del Museo Diocesano de Arte Sacro es una custodia procesional de tipo arquitectónico. Se hizo en el siglo XVII para la catedral de San Luis de Potosí, de Méjico y un busturiano la envió a su parroquia.

En el Museo diocesano hay piezas de gran valor histórico como es la custodia fabricada entre 1660 y 1670, en Méjico y trasladada a la iglesia Santa María de Axpe, Busturia, por un vecino. Esta pieza se realizó para la catedral de San Luis de Potosí, pero lo curioso de la pieza es el `periplo´al que fue sometida para que llegara hasta nuestras tierras por el simple "capricho" o "devoción" de un señor de Busturia que le pareció que en su parroquia "quedaría muy bien".

Durante el siglo XVIII el cabildo decidió "remodelar" la pieza y adaptarla a los gustos de la época. "Así se la dieron a un platero para que la retocara. En San Luis de Potosí vivía un parroquiano de Busturia al que le gustó mucho la pieza", explica el director del Museo Juan Manuel González Cembellín. Se empeñó y logró trasladarla hasta Axpe.

En aquél período histórico hay que tener en cuenta que para que cualquier pieza se trasladara de lugar las vicisitudes que debían solventarse eran diversas. "Había que desmontar la pieza, meterla en una o varias cajas. Llevarla hasta Veracruz y esperar a que saliera la flota de Indias que, normalmente, realizaba dos viajes: uno en primavera y otro en otoño", relata Cembellín. A esto había que añadirle los peligros que acechaban en alta mar, "como eran los ataques de los piratas". Si las piezas lograban llegar a su destino, " en este caso, al puerto de Sevilla", los mulateros de Yanguas "que tenían el monopolio como arrieros de la época" trasladaban la pieza hasta el lugar convenido.

Una vez de que la pieza llegó a Bilbao, alguna persona con un poder se presentó ante los mulateros y la recogió. El viaje había tardado unos dos años y "hubo suerte porque llegó entera a su destino, muchas otras se perdían o se estropeaban en el camino", matiza Cembellín.

La pieza estuvo expuesta en el Guggenheim de Bilbao y la solicitaron desde el MOMA, de Nueva York pero no se pudo trasladar "por razones de seguridad".

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